Como entrenador y profesional en el sector de la salud y actividad física durante ya casi 18 años, me he encontrado personas qué como objetivo, deseaban o necesitaban modificar, mejorar o mantener unos hábitos saludables, es decir, cuidar su cuerpo a través de una adecuada alimentación, una actividad física adaptada y un descanso apropiado.
Pero a la vez, estas personas continuamente se encuentran día a día frente a presiones externas e internas para mantener el compromiso en su objetivo o por lo menos, disfrutar de este proceso. Estas presiones, en ocasiones, se traducen en estos complejos tiempos de cambio e incertidumbre, quizás sociales, económicos o laborales. Otras, es el continuo flujo de información que recibimos, que a veces se traduce en momentos de ansiedad al conocer el riesgo de llevar una vida sedentaria debido a los cambios en los últimos años en el mundo laboral, educativo, ocio o relaciones sociales, ya que esto, ha reducido notablemente la actividad física diaria.
Por último, la corriente “invisible” de nuestra sociedad o entorno, de tener una silueta infinitamente perfecta, en la que la industria textil, cosmética, alimentación y un largo etc., se dedican a construir un “ideal” que se hace eterno, haciendo mella constante en la autoestima de las personas, pues este standard nos viene dado y al no ser propio, termina rodeando a personas de sueños que nunca verán completamente satisfechos o cumplidos.
A veces el gran objetivo oculto y sumergido es la necesidad de ser aceptados y queridos por la sociedad (entorno) o por la “tribu” compuesta por esa industria anteriormente mencionada, capaz de tallar standard inalcanzables por mucho que se avance. Standard fabricados para nunca saciar ni poner el foco en la propia necesidad de la persona, sino para ser impuestos y finalmente atrapar a esta, buscando con ansia la dieta milagro, la vía más rápida, la fórmula perfecta…separándose por completo del objetivo de origen y natural, que es obtener salud y un eficiente cuerpo para una funcionalidad mejor y completa, mientras se disfruta de ir obteniéndolo.
Es pues que los entrenadores, nutricionistas, monitores y animadores deportivos además de tener una gran responsabilidad que es la de indicar, educar y enseñar unos hábitos saludables soportados por una adecuada alimentación, actividad física y la importancia del descanso, ahora se añade un reto de vital importancia, y es la de trabajar a nivel emocional con las personas, para que sea en cierto modo resilientes frente a los continuos cambios sociales, económicos y laborales, para que no le interfieran a su proceso hacia una vida saludable. Motivándoles para no ejercer resistencia y lucha frente al sedentarismo, sino disfrutando y gozando del proceso, del movimiento que el ser humano por su naturaleza es capaz de generar, tanto de manera grupal o individual. Alimentando el sueño y la meta de tener salud para disfrutar de una vida plena consigo mismo y con quien le rodea, y que una silueta también pueda importar, pero que esta no sea el objetivo principal.
La razón de todo, sin más es que los profesionales de este sector, trabajamos con personas movidas por emociones e impulsos, no con máquinas vacías de corazón. Larga y compleja tarea, pero a la vez desafiante y motivadora, la de inspirar a personas para tener una vida llena de hábitos saludables a la vez que siempre sean dueños de sus motivaciones, sin imposiciones ni standard externos y, sobre todo, poniendo el foco en su persona, viviendo el proceso y dejando que el resultado llegue en plazos y tiempos naturales.
Sin duda, que el entrenador entienda la importancia de desarrollar y/o ampliar su formación en este campo, para afrontar la tarea de acompañar y reenfocar de manera constante a la persona en este proceso, desde el punto de vista emocional para evitar que esta abandone su meta, tendrá cada vez más importancia.
Si en este capítulo te ofrezco una toma de conciencia de la importancia del conocimiento en Inteligencia Emocional, me doy por satisfecho. En los próximos capítulos desarrollaremos todo este tema de manera amplia.
¡Hasta el próximo capítulo!
Andrés Jesús Oller Sevilla
